En cierta forma, el marketing es como un arte; tiene el propósito de transmitir un mensaje a la sociedad, para ejercer la efectividad de su valor comunicativo. Por eso, si se quiere impactar, no se puede evadir el entorno en el que tendrá presencia. Esta característica lo convierte a su vez, en una poderosa herramienta para generar conciencia sobre problemas sociales.

 

En nuestro caso, México es un país en crecimiento, infringido por una tendencia fuerte hacia la corrupción, una de las conductas más asiduas en todas las instituciones sociales. A pesar que nuestro puntaje no nos posiciona dentro de la lista de los diez países más corruptos del mundo, sí dentro de la estadística latinoamericana, con el puesto número tres del continente. Naturalmente, este problema trae más consecuencias negativas, como el aumento de violencia, y la disminución de inversiones en el país.

 

Aunque creamos que los pequeños actos de corrupción como darle mordida al tránsito para evitar una multa, o pagar para agilizar un trámite, no son relevantes ni “hacen mal a nadie” no es así; los datos oficiales del INEGI dicen que en nuestro país se comenten 4 millones de actos de pequeña corrupción al año. Con un grado muy alto de impunidad en estas acciones, sólo el 2% de este tipo de delitos son sancionados.

 

Este mal colectivo ha servido de inspiración para las mentes que dedican su tiempo a la creación de campañas publicitarias. Se ha aumentado la tendencia hacia este tipo de contenido, estimulando el fácil acceso a mensajes transmitidos en medios de comunicación impresos, o de forma audiovisual.

 

Seguramente recordarás la famosa frase ¿Tienes el valor o te vale?, un juego de palabras ingenioso, que logra poner en duda nuestros fundamentos morales, lanzada por Fundación Televisa, en donde a través de cortos, desarrollan situaciones cotidianas que invitan a la reflexión. Este fue un buen ejemplo del marketing social, porque lograron infundir en la gente un concepto evocado por una oración y reafirmado por videos con guiones con duración de un minuto.

 

La herramienta retórica preferida por los mercadólogos de esta área es la pregunta. Porque simplemente basta con leerla o escucharla para desatar una cadena de cuestionamientos en la mente del espectador. Otro claro ejemplo es la campaña hecha por la Organización mexicana contra la corrupción y la oportunidad, que lleva como estandarte la frase ¿Y tú qué harías? donde se pone en duda la postura de la gente ante este problema, haciendo notables las recurrentes acciones que la generan, y evidenciando aún más la facilidad de encontrarlas.

 

El video fue acompañado con el Hashtag #YTúQuéHarías en distintas redes sociales, porque no debemos olvidar que internet cada día se reafirma como uno de los medios de comunicación, en el que basta solo crear un Hashtag para transmitir una idea a millones de personas instantáneamente, y además dejar el campo abierto para las opiniones personales.

 

Si bien, este tipo de contenidos generalmente es producido por organizaciones sociales sin fines de lucro (A.C.) esto no quita la posibilidad de utilizarlo como herramienta de posicionamiento, por su manera de trabajar dentro de la mente del interlocutor. Logra más que sólo atraer a la gente de forma pasajera, se mantiene como pensamiento, y se convierte en una reflexión perdurable. Que además de darle un valor agregado a la marca, la liga automáticamente con una causa social.

 

Naturalmente, el activismo no espera resultados económicos, ni formar parte de una estrategia mercadológica. Sin embargo, la mercadotecnia sí puede trabajar en favor de las causas sociales, dejando los beneficios en posicionamiento y ventas como efecto colateral.

 

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